El ABC de las leches vegetales





Por: Sofía y Laura, colaboradoras Familia Comepasto.
 
Seguro que desde que tienes memoria has entendido la leche como parte fundamental de una alimentación balanceada. Gracias a la publicidad, nuestros papás y abuelos crecieron también con esta idea, aunque la leche animal no es ni provechosa ni una fuente significativa de nutrientes para nosotros los humanos. La leche de cualquier mamífera es producida única y exclusivamente para animales en estado de desarrollo que, a la par de nutrientes, necesitan una carga hormonal y de grasas importante para su crecimiento. Imaginamos una vida consumiendo leche de otros animales pero nos dan ganas de vomitar el solo hecho de pensar en beber leche de madre humana.
Se nos ha dicho que su consumo nos dará más fuerza, energía, dientes y huesos sanos, pero en realidad supone un riesgo para nuestra salud y la libertad de muchas mamíferas. Tal vez sea una idea difícil de asimilar, claro, los lácteos hacen parte de nuestros días, suelen estar en el primer plato del día, en el helado que nos damos como recompensa y en el queso o yogurt que consumimos en la noche. Pero observando el comportamiento de los demás animales podremos entender porqué estos nos hacen tanto daño: los humanos somos los únicos mamíferos que sigue consumiendo leche después de la infancia, y además, somos los únicos que consumimos la leche de otra especie, aún sabiendo que la leche que produce cada mamífero es específica para sus crías.

Y esto lo comprueba el hecho de que, según la Facultad de medicina de Harvard, hasta un 70% de la población mundial es intolerante a la lactosa. De hecho, esta intolerancia ni siquiera se puede considerar una enfermedad, es un estado fisiológico natural producido porque entre los dos y cuatro años de edad los humanos dejamos de producir lactasa, la enzima que digiere la lactosa. Al no producir esta enzima la lactosa no digerida permanece en el intestino siendo fermentada por bacterias del colon, produciendo gases, dolor y diarrea.
Efectos negativos en la salud por el consumo de lácteos:
  1. Irónicamente los productos lácteos no nos proporcionan calcio aunque lo contengan en gran cantidad. La caseína, la proteína de la leche, impide que podamos absorber este calcio, el pH de nuestra sangre se vuelve ácido cuando consumimos proteínas de origen animal, nuestro organismo reacciona a esto rechazando parte del calcio que estamos ingiriendo para neutralizar el pH. Y no es solo que no nos aporte calcio, un estudio de la Academia Americana de Osteopatía aplicada demostró que las personas que ingieren entre 3 y 5 vasos de leche al día tienden a presenciar niveles bajos de calcio en los huesos. Entre más leche consumimos, nuestro cuerpo se ven cada vez más forzados a compensar la acidez liberando minerales alcalinos. Estados Unidos, que es el mayor consumidor de productos lácteos, presenta el mayor número de casos de osteoporosis, ¿será coincidencia?
  1. La caseína que se queda en nuestro intestino no permite la correcta absorción de nutrientes, aumentando el riesgo de alergias, asma y otros problemas del sistema inmunológico.

  2. La leche contiene alrededor de 59 tipos de hormonas, unas de las más preocupantes son las hormonas de crecimiento que hacen posible el rápido crecimiento de los terneros, al no necesitar nosotros ese acelerado crecimiento y combinado con otros tóxicos, pueden llevarnos a enfermedades degenerativas. 
     
  3. Para que las vacas puedan producir más leche de la normal se les aplica la hormona de recombinante de crecimiento bovino (rBGH). Esta hormona está relacionada con el cáncer de próstata, ovarios y mama.

  4. El consumo de lácteos aumenta los niveles de colesterol y de grasas saturadas, esto por los procesos de pasteurización y homogeneización. En muchos países se han retirado de las listas de alimentos fundamentales porque se ha observado que los niños que no la consumen tienden a tener mejores condiciones de salud. 
     
  5. Estudios muestran que beber leche aumenta en un 44.3% el riesgo de sufrir de fatiga crónica.Si tus niveles de energía no son los más óptimos estos días, revisa tu consumo de lácteos. 
Tóxicos en productos lácteos:
Como si no fueran pocos los riesgos, es frecuente que las leches estén contaminadas por productos químicos, antibióticos, pus (procedente de mastitis), pesticidas y bacterias. Entre las sustancias más comunes tenemos: metales, detergentes, plásticos, fertilizantes, micotoxinas.
Maltrato animal:

Aún teniendo presente todo esto, los humanos no somos las más afectadas por esta industria. Las vaquitas que son destinadas para estos propósitos, y sus crías, viven condiciones indignas desde que nacen.
Al igual que las madres humanas las vacas tienen un fuerte instinto maternal. Poco después de haber nacido las separan para siempre de sus crías, ni siquiera les es permitido alimentarlas con la leche que producen para ellas, después de una semana de haber nacido se las alimenta con lactoreemplazantes. Y este doloroso proceso se repite cada año durante el resto de su vida.
Las vacas son inseminadas artificialmente para aumentar la producción de leche y también para tener reemplazos. Después de haber pasado dos o tres meses desde el parto vuelven a ser inseminadas, forzando el ciclo y agotándolas. El primer embarazo suele ser a los dos años de edad.
A medida que crecen son sometidas a varias mutilaciones dolorosas: son marcadas con un hierro ardiendo, a los terneros se les cortan los cuernos (que están llenos de tejido nervioso)  y también se les corta el rabo con tijeras o atándoles una cuerda hasta que el tejido se muera.
Y tras años de maltratos, embarazos y lactancias forzadas, cuando la producción de leche se ha reducido, las llevan a mataderos en los que les disparan en la cabeza, supuestamente para dejarlas inconscientes, pero esto no suele ser del todo efectivo, un gran porcentaje sigue consciente cuando les cortan las gargantas. Las vacas no suelen alcanzar la esperanza de vida que tendrían si no estuvieran sometidas a esta explotación.  
Leches vegetales:

Afortunadamente para nuestra salud y para la tranquilidad de nuestra consciencia las leches vegetales son cada vez más asequibles. Puedes conseguirlas sin problemas en el supermercado que tengas más cerca, o incluso puedes hacerlas tú misma con cositas que seguro ya tienes en casa.
Puedes encontrar leches hechas de verduras y también otras hechas de legumbres, semillas y frutos secos. Se caracterizan por tener alto contenido de fibra, vitaminas, minerales, proteínas, ácidos grasos y calcio.
Las más conocidas:
  • Leche de soja. La soja tiene todos los aminoácidos esenciales que necesitamos. Es rica en vitamina E, B, magnesio, fósforo y omega 3. Favorece la circulación y la prevención de varias enfermedades.
  • Leche de almendra. Es astringente y libre de gluten, su valor calórico es bajo. Ayuda abajar el nivel de colesterol y también de glucemia.
  • Leche de avena. Ayuda a disminuir los niveles de ansiedad, insomnio, estrés y al desgaste físico. Contiene vitaminas B1, B2, B5 y B6.
  • Leche de coco. Tiene ácido láurico que es fuente de energía. Ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, con la digestión y los niveles de azúcar en la sangre.
¡Dale una oportunidad a las leches vegetales en tu vida! vas a sentir un cambio de 180 grados en tu salud y en tu conciencia. Nuestra favorita es la leche de coco, su sabor y densidad nutricional es inigualable. Queda bien con el café, los postres y cualquier bebida fría. ¿Quieres aprender a preparar tus propias leches vegetales? Nuestros Libros de Recetas Veganas son perfectos para ti. Están llenos de información muy importante y de recetas sencillas que puedes preparar con ingredientes que seguro tienes en casa. Entre ellas, las leches vegetales. ¿Cuál es tu favorita?

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