De paseo por Calarcá, Quindío.

 Juan y Laura - Fundadores Familia Comepasto.

Hemos vivido entre montañas desde que nacimos. Las montañas hicieron parte de nuestras fantasías infantiles, esa época cuando soñábamos llegar a la cima como si se tratase de recorrer un apacible sendero. Estuvimos entre montañas en las fechas que celebramos en familia, en las fincas de nuestros tíos campesinos, hoy ya retirados. Tenemos vivos recuerdos de las fincas cafeteras que tanto visitábamos, aunque no siempre son un hotel de lujo. La vida en el campo montañoso es dura, solitaria y dramática. Tal como la música de carriel propia de esta región. La herencia cultural cafetera es nuestra raíz y sin estas montañas tan fértiles, “donde el verde es de todos los colores”, según el poeta Aurelio Arturo no tedríamos alimentos ni productos naturales para la piel.




Nuestros hidrolatos, aceites esenciales, aceites vegetales y flores secas vienen de plantas que están en algún rincón de todo este espeso verde. Nos apasiona ir de vereda en vereda buscando la mejor materia prima y para ver de primera mano todo lo que la tierra puede hacer por nuestra piel. En todo este proceso hemos aprendido un poco sobre las plantas y la mejor forma de trabajar con ellas.

Es una lástima que no todos contemos con la suerte de vivir o visitar el campo, es una experiencia enriquecedora que te enseña un montón sobre la fauna y la flora del lugar. Pero siempre es posible (al menos cuando acabe el aislamiento) sacar un poco de tiempo para visitar algún Jardín Botánico, esos hermosos centros dedicados a la investigación de la flora local que están en todas partes.



Algunos en pleno centro de la ciudad, como el Real Jardín Botánico de Madrid, digno de visitar después de perderse un poco por la zona de El Retiro y El Prado. No hay mejor forma de terminar una tarde de caminata por Madrid que dando un paseo por la colección de bonsais más grande de España o sentarse a observar los diversos olivos que hay en la parte trasera del Jardín (antes de la pandemia, la entrada tenía un costo de 6 Euros).

Hay otro tipo de jardines que te llaman a la aventura, para los que necesitas un guía y la ropa más cómoda de tu armario. Este es el caso del Jardín Botánico de la Universidad Tecnológica de Pereira o el Jardín Botánico del Quindío, por el cual escribimos hoy. Pero antes de empezar queremos aclarar que comenzamos esta serie de diario de viajes para aprovechar el tiempo del aislamiento descubriendo nuevos destinos por visitar y las maravillas naturales que tiene este planeta. Todos los viajes publicados fueron hechos antes de la pandemia, así que es posible que muchos de los sitios mencionados se encuentren cerrados parcial o definitivamente o cambiaron sus tarifas.

El Jardín Botánico del Quindío se encuentra a las afueras del municipio de Calarcá, donde llegas con facilidad desde Armenia. Salen buses cada 15 minutos y el pasaje cuesta $2.500. Una vez en Calarcá, tienes varias opciones:

- puedes hacer una reservación previa en algún hotel campestre cerca al Jardín Botánico y vivir una experiencia de desconexión total.
- toma un bus desde la Plaza de Mercado hasta el Jardín Botánico si solo vas de paso por unas horas.
- haz como nosotros y recorre el centro de Calarcá, la Plaza de Mercado y los puestos de ropa usada que se ven cerca, pasa la noche en algún hotel del centro (el precio por pareja es de $60.000 la noche) y madruga al día siguiente para el Jardín.

Para las comidas principales mercamos algunas frutas en la galería, consumimos arepas en puestos de esquina y pasamos por un restaurante vegetariano-vegano llamado “Ambrosía”. Aunque su carta no es muy amplia ni la más creativa, la comida es económica ($8.000-$15.000 x plato) y nada mal de sabor.



A una cuadra de la Plaza de Mercado pasa el bus que te deja en la entrada del Jardín. De allí sigues el sendero hasta la caseta de boletería. La entrada cuesta $30.000 x persona y recorres las 15 hectáreas de bosque en compañía de un guía que te contará todo sobre la fauna y la flora del lugar.




El recorrido tiene una complejidad baja-media, dura unas 4 horas y empieza por un singular laberinto ornamental hecho con plantas de follaje, como los que veíamos en las caricaturas. Siguiendo el sendero de árboles y guaduales enormes llegas a un puente colgante que conecta el bosque con una zona dedicada al avistamiento de aves por medio de un valle de helechos que se ve del otro mundo. En nuestra visita observamos varios tipos de tángaras y una familia de adorables guatines.
 
Después de caminar otro largo rato entras en la zona de museos, plantas carnívoras y el bello mariposario lleno de flores, insectos y tortugas. Si no le tienes miedo a las alturas puedes subir hasta la cima de la torre que se encuentra cerca desde la cual podrás observar la forma de mariposa única de este Jardín.




El recorrido finaliza con una interesante visita al museo de insectos donde seguro te darás cuenta que nuestra relación con ellos está atravesada por muchos mitos que vale la pena derribar. Esta visita es una experiencia muy interesante y seguro no sales de allí sin haber aprendido más sobre plantas y animales. Es un plan que puedes hacer en compañía de tu pareja, amigos y familiares que le apuesten a pasar un rato en el monte.


Ahora que ya sabes de la existencia de los Jardines Botánicos realiza una búsqueda en google para encontrar los más cercanos a ti. Tal vez en tu ciudad o pueblo haya uno. Tenlos en mente para visitarlos una vez reanuden sus actividades. Lo que pagas por entrar será invertido en mejorar el lugar y seguir investigando su biodiversidad. 





Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares